No se realmente que busco ahí. Muchas noches me paso, incansable e inconstantemente volando entre aquellos lugares, aquellos donde simplemente la felicidad está en los sillones, y en cada vaso, al que cada uno mira con cariño. Me pregunto cuál será el momento de aprender a ver, quizá sea porque ya no tengo miedo de encontrar una proyección mía al borde de la locura, algún fantasma perdido en la vaguedad de la luz de alguna estrella. Son flashes, flashes que te apagan el cerebro de a poco, humos raros que te invitan a que los abraces y no los olvides. Tengo miedo de esos cuerpos tirados en el techo, tengo miedo que se vuelvan contra mi, porque ya no se quien soy, y no sabría responder esa pregunta. Acaso yo ya no soy lo que supuse que era? En la vida de un hombre, se es lo que se quiera ser, o no se es nada, una vez me dijeron, y lo repetí. Ojalá pudiera encontrar eso que busco, hay noches que cuando miro por la ventana a las 4 am, cuando varias preguntas me roen el cráneo, sobre todo, todo porque realmente no se quien soy. ¿Acaso tengo que seguir buscando?