Dibujás líneas en el cristal empañado, dibujás siluetas, mientras llevás de a poco una sonrisa a tus labios, y lo peor, no tenés porqué hacerlo. Líneas o dibujos, nunca voy a saber qué es eso. Una vez escuché algo, como que la felicidad no es para todos. Gran error! Me parece totalmente idiota el pensamiento cuando se asemeja a eso. Estás sonriendo, feliz, seguís marcando como a fuego esa ventana, ponés transparente el vidrio cuando va pasando la punta del índice…
Y me pregunto qué te hizo el mundo, para que te sientas con el derecho a enfermarte, y arrastrar a todos esos sueños que una vez pasaron por tu cabeza, e implosionaron dejando miles de pedacitos, residuos que siguen manchando las ventanas que alguna vez tuviste. El mundo se te regalo, naciste arriba del resto, y? De un golpe se termina tu mundo burbuja, y me querés teñir el alma de tristeza. ‘Somos sobras’ me decís, sobras del mundo, y no actuamos como nos gusta, porque está mal. Te abrazaría, pero tengo miedo de helarme, de quemarme. Y espero, pero el cielo no calma, y vos seguís dibujando religiones, sueños, cuentos que nada más en tu cabeza podrían seguir viviendo.
Sigo sentado viéndote y seguís ahí con tu mano alzada, como si estuvieras dedicándote a crear vida. Ya nadie sigue leyendo, suplicar no es de cobardes, es de pobres esperanzados. No justificarse, tengo que acordarme… Y los pedazos de madera del marco siguen cayéndose. Ahora entiendo cómo el vidrio se deja moldear así. Son cristales color vida, teñidos con un suspiro, y un sueño de una noche de primavera que me dice que cierre los ojos.